En el Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, así como en Barbados, Guyana, Trinidad y Tobago, Jamaica y varias otras naciones y comunidades del Gran Caribe, el 1° de agosto es una celebración común, pues se conmemoran los lazos imperecederos de la historia compartida como el día de la emancipación de la esclavitud.
Después de más de dos siglos de prácticas esclavistas, que sostuvieron el desarrollo económico del imperio británico, desde sus colonias ultramarinas en el Caribe, se expidió en 1833 el Acta de Emancipación que entraría en vigencia a partir del 1° de agosto del año siguiente.
Esta fecha es conmemorada y celebrada en la actualidad, por gran parte de la población anglo-afro-caribeña, como el inicio de un largo camino hacia la libertad. No hay que olvidar que la libertad para muchos esclavizados en el Caribe anglófono, como en muchas otras regiones y naciones, llegaría años -o incluso décadas- después como producto de largas y tortuosas luchas. Ni hablar de los procesos para alcanzar la equidad y justicia social, una pugna que los afrodescendientes del mundo continúan.
Es de recordar que fue en 1834 que varios esclavizados habían sido emancipados siguiendo la instrucción del Reino de Gran Bretaña a sus súbditos en las colonias en el Caribe en 1833, que ordenó la emancipación de todos los esclavizados del Reino y colocó como fecha límite, el 1 de agosto de 1834.
Fue en esta época que Mary Livingston, envió a su hijo mayor Philip Beakman Livingston Jr. a Providencia a cumplir el mandato de emancipar a sus esclavizados y repartir la tierra entre estos y el mismo Livingston.
Beakman Livingston, deja Jamaica en marzo de 1834 y llega primero a San Andrés. El mandato de Ms. Mary Livingston contenía varias cartas de presentación de su hijo a varios ingleses propietarios de las islas.
Aunque en las islas, la fecha de emancipación siempre fue conmemorada, solo a partir del año 2001, la Raizal Emansipieshan Wiik –Semana de Emancipación Raizal en español, o Raizal Emancipation Week en inglés-, se convirtió en una fiesta celebrada durante la última semana del mes de julio, para alcanzar su clímax el primer día de agosto cada año.
Por otro lado, el evento ha sido objeto de polémica. Pese a que se ha establecido por ley su celebración y cada año se decreta día cívico en San Andrés y Providencia por esta celebración, cada año los dirigentes raizales vienen cuestionando que el Emancipation Week se le ha dado un valor segundario a eventos que tradicionalmente se realizan pero que no representan la cultura como los desfiles de 20 de julio.
De hecho, para sus organizadores, las inversiones oficiales que se realizan para poder fomentar eventos como el desfile de conmemoración de la Independencia de Colombia cada 20 de Julio, en North End, y de la consolidación de ésta el 7 de Agosto, en San Luis, deberían estar dirigidas hacia la realización de esta festividad regional que conmemora la emancipación de la esclavitud, liderada por líder religioso y fundador de la First Baptist Church Phillip Beakman Livingston el 1 de agosto de 1833.
La Semana de Emancipación
Esta fiesta organizada por el grupo Archipielago Movement for Etnic Native Self Determination AMEN-SD, que traduce “Movimiento (del) Archipiélago para la Autonomía Étnica Nativa”, se viene arraigando en la comunidad con fuerza creciente, esto se debe a que la programación cultural que acompaña esta fiesta resalta, promociona y conserva precisamente aquellas manifestaciones culturales que caracterizan a la comunidad Raizal.
La comunidad Raizal es habitante de las islas, y venía desapareciendo del panorama de la vida isleña. El idioma kriol (creole), la tradición oral, las danzas, la música, los juegos, la espiritualidad, la ética y moral del isleño, así como la historia, arquitectura y muchas otras manifestaciones, se han visto fortalecidas y hasta resucitadas en algunos casos gracias a la Emansipieshan Wiik.
Tras 18 años de existencia, tal vez, el mayor logro de Emansipieshan Wiik, ha sido su labor pedagógica, que deriva en el fortalecimiento y reapropiación de la identidad étnica raizal por parte de los jóvenes nativos en especial, y la promoción de espacios en los que residentes y visitantes pueden conocer mucho más sobre la cultura raizal. Esta actividad afianza el respeto por el otro con el que se comparte la nacionalidad, aunque, sin embargo, sigue física y culturalmente alejado de la mayoría de sus compatriotas.