Una campaña con mensajes en contra de los altos precios de las viviendas y de la llegada masiva de extranjeros y nómadas digitales, quienes terminaron encareciendo aún más los arrendamientos en Medellín, inundó este fin de semana los postes y muros de Provenza, ese sector costoso de El Poblado que se convirtió en el punto de llegada, hospedaje y esparcimiento de los turistas extranjeros en un proceso de gentrificación.
Los volantes pedían —en un tono que podría rozar la xenofobia— que los gentrificadores regresen a casa, que dejen de encarecer las rentas en la ciudad a punta de dólares y alquileres por Airbnb: “Gentrifier, go home”, decían en inglés las piezas de propaganda.
Hablamos en pasado porque los adhesivos no duraron dos días en la zona. A medida que el grupo que hoy acompaña la aspiración de Ana María Valle al Concejo —exsecretaria de las Mujeres de esta Alcaldía— pegaba los volantes, los comerciantes del sector los desmontaban. La campaña, de la que no queda rastro físico, estaba integrada por mensajes como estos: “Medellín no está en venta”; “¿Qué pasó con los arriendos?, detengan la gentrificación”; “Gentrificación es el nuevo colonialismo”; “Nómadas digitales, colonizadores temporales”; “Cambio Airbnb por vecinos y un hogar”.
Físicamente su esplendor fue fugaz, pero el ejercicio levantó una polvareda en redes sociales. En Twitter, voces de todos los sectores emitieron opiniones sobre el encarecimiento de la vivienda propia y en alquiler en Medellín. Y aunque el fenómeno es de mayor relevancia, la campaña terminó siendo cuestionada por su tono “xenófobo y reduccionista”: si bien la llegada de casi 1,4 millones de turistas extranjeros el año pasado a la ciudad ayuda a explicar el aumento en el costo de los arriendos y el crecimiento de las estancias cortas en algunas comunas, la problemática es multicausal.
La gentrificación es un término técnico y ahora de moda que explica los procesos de renovación urbana cuando un flujo de personas de clase media o alta se instala en ciertas zonas y desplaza a los habitantes más pobres. En el caso de Medellín, surge en medio de elementos como el déficit en construcción de vivienda nueva y la debilidad en políticas públicas de este tipo, así como la reconfiguración de las familias que aquí viven: aunque la población no ha crecido de forma considerable, las familias son cada vez más pequeñas.
Esto ha llevado a un escenario nada positivo, si nos ceñimos a los principios de oferta y demanda: hay mucha gente buscando casa pero la disponibilidad es reducida. Mejor dicho, el problema no es solo cuestión de turistas “gringos”. Va más allá: sucede hoy en decenas de ciudades en el mundo.
El debate fugaz
Un video de 25 segundos en el que Valle pega los carteles en puntos estratégicos de Provenza fue el que azuzó el debate en redes sociales, que desde ya pinta como uno de los temas álgidos para las elecciones de octubre próximo. Ella, en una publicación, expresó: “Los efectos del boom turístico y la revolución digital son evidentes. Airbnb se está tragando los precios del arrendamiento. El tejido social del Centro, El Poblado, Laureles y Belén está desapareciendo. No podemos competir con los salarios en dólares de los extranjeros que pasan por el país como nómadas digitales o que vienen a aprovechar su ventaja económica”.
Y aunque la razón acompaña en parte a la exfuncionaria, algunas figuras que también están en campaña aprovecharon para pescar en río revuelto y criticarla. Esteban Jaramillo, hoy precandidato al Concejo, incluso comparó la propaganda instalada por Valle con los discursos de odio promovidos durante la Alemania nazi. “Una cosa es rechazar el turismo sexual y otra muy diferente promover la xenofobia contra quienes deciden venir a hacer su vida en Medellín”, sostuvo.
Otros cuestionaron la coherencia de Valle, quien ha adoptado en su campaña las banderas de la diversidad. “Entonces Valle promueve la diversidad, con ‘Medellín valle de colores’, pero a la vez promueve la xenofobia. Más incoherente imposible”, dijo un usuario en Twitter.
Pero la inconformidad escaló y hasta congresistas como el representante Daniel Carvalho se pronunciaron. El urbanista y exconcejal de Medellín sostuvo que culpar a los extranjeros de todos los males no es la salida y que, por el contrario, “eso impide análisis complejos y la implementación de propuestas integrales”.
Otro que no se quedó al margen de la conversación fue el alcalde Daniel Quintero, quien respaldó la campaña de su exfuncionaria y enumeró tres causas que para él explican el encarecimiento de la vivienda en la ciudad: reducción del desempleo, turismo y nómadas digitales, y las limitaciones para construir en las inmediaciones del aeropuerto Olaya Herrera.
El diagnóstico del mandatario lo vienen proyectando los sectores académico e inmobiliario desde hace varios años. Lo que no dijo el alcalde es que su administración carga con parte de esta responsabilidad, pues se raja en la construcción de vivienda para las clases más vulnerables. De las 5.720 unidades que prometió en campaña, apenas 982 apartamentos están actualmente en construcción (ver Para saber más).
Aunque este dato puede parecer sacado del sombrero a esta altura, dice el ingeniero civil Mateo Castaño que esta es una de las causas que explica el aumento de los arriendos. Las otras razones tienen que ver con el fortalecimiento de las plataformas que promocionan viviendas de renta corta en la ciudad y el crecimiento de la demanda de casa por parte de núcleos familiares pequeños.